domingo, 30 de septiembre de 2012

El Diario del Sr. Darcy- Amanda Grange SEPTIEMBRE (2)



Sábado 20 de Septiembre

Mr Bennet no nos visito nuevamente ayer, y esta mañana Bingley decidió ir a visitar Longbourn.
“Ven conmigo Darcy,” dijo.
Convenciéndome de que iría con él solo para ver si Miss Bennet aun tenía algún interés en él, acepté, pero mi verdadero motivo era ver a Elizabeth. Estaba ansioso por verla como Bingley lo estaba por ver a su hermana, estaba tan nervioso como él.
Partimos. Bingley estaba callado, y yo también, perdido en mis pensamientos, preguntándome como sería recibido. Si Elizabeth me culpaba por ser la causa de la ruina de Lydia no podía culparla, y sobre todo porque ella no sabía que había ayudado para resolver el problema.
Había estado especialmente preocupado porque no lo supiera. No quería su gratitud. Si había desarrollado algún sentimiento afectuoso hacia mí, quería que fueran por amor, y nada más.
Llegamos. Los sirvientes nos llevaron adentro. Inmediatamente vi a Elizabeth bajas su mirada, avergonzada, y se ocupo de su labor de aguja. ¿Qué significaba eso? Ojala lo supiera. ¿Significaba que estaba consciente de la rareza de la situación, o no podía soportar mirarme?
“¡Oh, Mr Bingley!” exclamó Mrs Bennet, levantándose con una sonrisa. “Qué placer es verlo de nuevo en Longbourn. Como lo hemos extrañado. ¡Nos dejo muy apresuradamente el año pasado que no tuvo tiempo de decirnos adiós! ¿Espero que no este pensando en dejarnos otra vez tan rápido?”
“No, espero que no.” dijo Bingley, mirando a Miss Bennet.
La observé sonreír, y bajar su mirada. Ella, al menos, era fácil de leer, y estaba claro que las esperanzas de Bingley no serían decepcionadas.
“Y Mr. Darcy,” dijo Mrs Bennet con un tono malhumorado, volteando hacia mí. 
No le preste atención a su humor, y me fue difícil creer que hace algunos meses lo había pensado suficiente razón para no proponérmele a Elizabeth. ¿Que importaba si  su madre era tonta y vulgar? No quería casarme con Mrs Bennet.
No pude tomar asiento al lado de Elizabeth, sus hermanas menores tomaron ese lugar, pero le pregunté cómo estaban su tía y tío. Respondió cortésmente, pero entonces volvió su atención a su labor.
Por fuera estaba calmado. Por dentro, era todo lo contrario, pero no podía hacer nada. No estaba tan cerca de Elizabeth como para continuar la conversación sin parecer algo particular, y que le diría, bajo la mirada de su madre, ¿de lo que quería decir?
Para distraer mis pensamiento, mire a Miss Bennet y me pregunté cómo no había visto su parcialidad hacia Bingley el año pasado. Los sentimientos que ella sentía por él estaban en cada movimiento, cada expresión, cada mirada y cada sonrisa. ¿Me había cegado, esperando casar a Bingley con Georgiana? No lo había pensado entonces, pero ahora me daba cuenta que lo había hecho.
Miré otra vez a Elizabeth, deseando poder leer sus pensamientos.
Después de un rato, ella dijo: “Miss Darcy se encuentra bien, ¿espero?”
“Si, gracias.” respondí, complacido de escuchar el sonido de su voz.
No hubo oportunidad para nada más. Su madre empezó a hablar de la boda de Lydia. Elizabeth no volteaba. ¿Sabía que yo estaba involucrado? No, estoy seguro que no lo sabía. Los Gardiners me habían jurado secrecía, y sabía que no me traicionarían. Su confusión provenía del mismo tema, conociendo mi relación con Wickham.
“Es algo maravilloso, el tener a una hija bien casada,” dijo Mrs Bennet, un comentario que me hubiera disgustado algunos meses antes, pero que ahora no tenían ningún efecto. No me importaba Mrs Bennet. Dejadla ser la mujer más tonta en la cristiandad si ella lo deseaba. Eso no me prevendría de casarme con Elizabeth, si ella me aceptaba.
Mrs Bennet continuo hablando sobre Wickham, diciendo que había entrado en el ejercito, y agregando: “¡Gracias al cielo! Él tiene algunos amigos, aunque no tantos como mereciese.”
El rostro de Elizabeth se puso completamente rojo, y sus ojos brillaban con mortificación. ¡Como deseaba ayudarla! Mientras pensaba como hacerlo si color natural volvió.
Después levantó si cabeza y habló.
“¿Piensa quedarse en el campo, Mr Bingley?” ella preguntó.
Deseé ser Bingley en ese momento, para ser al que le hablará. ¿Por qué favorecía a mi amigo? ¿Por qué no me miraba? ¿Acaso no lo deseaba? Estaba destrosado.
Al fin, la visita llegó a su término. Me hubiera quedado todo el día si pudiera, pero era imposible.   
“Me encantaría que viniera a cenar con nosotros el Martes,Mr Bingley” dijo Mrs Bennet mientras nos levantábamos. Volvió sus ojos fríos hacia mí, añadiendo despectivamente: “Y usted también, Mr Darcy.”
¿Y qué me importaban sus malos modales? Vería a Elizabeth otra vez.
La próxima reunión me dirá si acaso ella siente algo por mí, si ella pueda perdonar mis horribles errores que he cometido hacia su familia, y si acaso puede amarme.
Me encontraré en tormento hasta entonces.


Domingo 21 de Septiembre

“Creo que Miss Bennet se veía muy bien la noche pasada,” me dijo Bingley esta mañana.
“Si, así fue.”
“Creo que se veía muy bien” dijo un poco después.
“Si, así fue.”
“Y de buen humos. Ha disfrutado el verano, supongo,” dijo nostálgicamente.
“Era de esperarse. ¿No hubieras deseado que fuera infeliz?”
“Por supuesto que no,” respondió rápidamente.
“Pienso que no se veía tan radiante cuando entramos” le dije.
“¿No?” pregunto esperanzado.
“No. Pero su semblante floreció cuando te vio.”
Bingley sonrió. “Mrs Bennet es una maravillosa mujer. En verdad encantadora. Y tan educada. No esperaba que me invitara a cenar tan pronto. Es una atención que no merezco. ”
Cualquiera que puede pensar que Mrs Bennet es una mujer maravillosa  esta mas que cegado por el amor. ¡Está enamorado! Me alegro por Bingley, y solo espero que mi propia fortuna pueda ser tan buena.


Martes 23 de Septiembre

Bingley estaba preparado para ir a Longbourn media hora antes de nuestra cita.
“No podemos ir tan pronto” le dije, aunque yo estaba tan ansioso como él de partir.
“Algo podría retrasarnos en el camino” dijo.
“No en un viaje tan corto” respondí.
“Jennings no querrá hacer a los caballos correr tan rápido.”
“Llegaremos a Loungbourn muy pronto, incluso si caminan todo el camino.”
“Puede que haya una rama en el camino”
“Podemos manejar alrededor de ella”
“O el carruaje puede perder una llanta.”
“No podemos irnos hasta que pase media hora,” dije, sentando con un libro en mano.
Deseaba sentirme tan calmado como aparentaba. Estaba tan ansioso como Bingley por irme, y aun así me sentía renuente a ir. El tenía la certeza, y la felicidad que esta le daba de que sus sentimientos eran correspondidos. Yo no tenía tal seguridad. ¡Ver a Elizabeth nuevamente! Apenas y me atrevía a pensar en ello. Si ella sonreía, ¡qué alegría! Si evitaba mi mirada, que miseria.
Bingley caminó hacia la ventana.
“Deberías hacer como yo, y escoger un libro,” dije.
Caminó hacia mí y tomó el libro de mis manos, después lo volteo antes de devolvérmelo.
“Lo leerás mejor si está del lado correcto.” me dijo.
Me miro con curiosidad pero no le aclaré la razón de mi distracción. En lugar de eso, mantuve mis ojos en el libro, pero no veía nada. Por fin el tiempo acordado llego, y nos dirigimos a Longbourn. Todo el camino nos mantuvimos ambos en silencio. Llegamos. Entramos. Mrs Bennet saludo a Bingley con un exceso de civilidad, y me dio una fría reverencia. Nos dirigimos al comedor. Miss Bennet voltio el momento en que entramos y Bingley tomo su lugar junto a ella. ¡Afortunado Bingley! Yo no tuve tal fortuna. Estaba tan lejos de Elizabeth como era posible. Aun peor, estaba sentado al lado de su madre.
Mrs Bennet se había esforzado mucho para arreglar esta cena, y no era difícil el adivinar porque. Sus atención constante hacia su hija mayor y Bingley mostraban en qué dirección sus pensamientos se estaban dirigiendo. La sopa estaba buena, y fue seguida por perdices y venado.    
“¿Esperó que encuentre la codorniz bien cocida?” Mrs Bennet me preguntó.
“Remarcablemente,” respondí, haciendo un esfuerzo por ser agradable.
“Y el venado. ¿Ha visto alguna vez una pierna más gorda?”  
“No”
“Probara algo del gravy, ¿espero?” me presiono.
No tenía mucho apetito, y decline su oferta.
“Supongo que usted está por encima de un simple gravy,” dijo. “Estará acostumbrado a una variedad de salsas en Londres.”
“Lo estoy” respondí.
“Ha cenado con el Príncipe de Wlales, ¿supongo?”
“He tenido el honor”
“Algunas personas piensan que ese tipo de glotonería es refinada, pero confieso que siempre la he clasificado como vulgar. Nosotros no tenemos veinte salsas con cada platillo. No somos tan despilfarradores en el campo.”
Volvió su atención hacia Bingley, y yo me dedique a comer mi comida. Mire a Elizabeth, deseoso de una mirada en mi dirección, pero no voltio hacia mí.
Las damas se retiraron. Los caballeros nos sentamos en el pórtico. No preste atención a la conversación. Las injusticias de los franceses no me interesaban. Las tonterías del Príncipe de Wales no podían mantener mi atención. Mire al reloj, y después al resto de los caballeros. ¿A caso nunca dejarían de hablar?
Nos reunimos con las damas y me dirigí hacia Elizabeth, pero no había lugar alguno cerca de ella. Los reunidos para la cena eran muchos, y mientras ella servía el café, no pude acercarme a ella. Lo intente sin embargo, pero una joven que será por siempre un estorbo en mis ojos se acerco a ella y la comprometió en una conversación.
¿A caso estaba Elizabeth molesta por esto? Pensé que así era, y el pensarlo me dio esperanzas. Me aleje, pero tan pronto como termine mi café, el cual quemo mi boca por la rapidez con la que lo tome, lleve mi taza hacia ella para que me volviera a servir.
“¿Esta su hermana todavía en Pemberley?” preguntó.
Parecía tranquila, distanciada.
“Si, ella permanecerá ahí hasta Navidad,” respondí.
Pregunto por los amigos de Georgiana, y no dijo nada más. No sabía si hablar o permanecer en silencio. Quería hablar, pero tenía tanto por decir que no sabía por dónde empezar, y reflexionando me di cuenta que nada de eso podría ser dicho en una habitación ten engentada.   
Mi silencio llamó la atención de una de las damas y estuve obligado a retirarme, maldiciéndome por no haber aprovechado mi oportunidad.
Las cosas del te fueron removidas y las mesas de cartas acomodadas. ¡Esta era mi oportunidad! Pero Mrs Bennet pidió mi presencia en la mesa de whist, y no podía negarme sin ofenderla. Casi lo hice. Por poco y decía: “Preferiría hablar con su hija.”
¿Qué hubiera respondido? ¿Ella me hubiera dicho que no tenía ninguna intención de infligir tan desagradable hombre a Elizabeth, o hubiera estado sorprendida, y hubiera callado dichosamente?  Estuve tentado a tratar, pero no podía avergonzar a Elizabeth.
No podía mantener mi atención en el juego, perdí repetidamente. Esperaba una oportunidad para hablar con Elizabeth antes de irme, pero no pude encontrar ninguna, y regresé a Netherfield con un humor sombrío.
 Bingley, por el contrario, estaba rebosante de felicidad. He decidido que, mañana, tengo que decirle que Miss Bennet estaba en la ciudad, y que lo mantuve lejos de ella. No estará complacido con la noticia, pero el engaño ha durado ya demasiado.


Miércoles 24 de Septiembre

“¿No es Miss Benneth la más hermosa joven que jamás hayas visto?”  Bingley me preguntó esta tarde mientras jugábamos billar.
“Lo es.”
“Creo que tal vez haya esperanzas” dijo.
“Estoy seguro que las hay.” dude, pero tenía que hablar. “Bingley, hay algo que tengo que decirte.”
“¿Oh?”
“Te he hecho un gran perjuicio. La primavera pasada, Miss Bennet estuvo en la ciudad”
“¡Pero no la vi!” dijo sorprendido.
“No. Lo sé. Debí habértelo dicho, pero pensé que la habías olvidado. No, permíteme ser honesto, esperaba que la hubieras olvidado, o que la olvidaras, si no la volvías a ver otra vez. ”
“¡Darcy!” Sonó herido.
“Lo siento. No tenía ningún derecho de meterme en tus asuntos. Fue impertinente de mi parte.”
“¿Así que ella me siguió a Londres?” dijo, olvidando mi engaño por la alegría que le causaba el pensar que ella lo había seguido.
“Ella fue para quedarse con su tía y tío, pero trató de verte. Le escribió a Caroline.”
“¡Caroline! ¿Ella también lo sabía?”
“Si. Me avergüenza decir que Caroline corto toda relación con Miss Bennet, y que yo la animé.”
“¡Darcy!”
Estaba enfadado.
“Me porte de la peor manera, y ruego tu perdón.”
“Si ella acepta ser mi esposa, lo tendrás. Pero tal vez en el futuro consideraras que puedo manejar mis propios asuntos.”
“Lo hare, y mejor de lo que manejo los míos”
Me miró inquisitivamente.
No dije nada más. No puedo hablar de mi amor por Elizabeth hasta que sepa que es reciproco. Si es que lo es.


Jueves 25 de Septiembre

Me he visto obligado a regresar a la ciudad. Que tanto permanezca allá dependerá de las circunstancias.


Martes 30 de Septiembre

Recibí una carta de Bingley esta mañana, evidentemente escrita precipitadamente. Estaba manchada y tan mal escrita que era casi ilegible. Pero por fin pude descifrarla.

Mi querido Darcy,
¡Felicitame! ¡Jane y yo nos casaremos! ¡Ella es el más dulce y adorable ángel! No puedo creer que haya sido tan afortunado como para ganarla. Su madre está emocionada. Su padre complacido. Elizabeth está encantada. No tengo tiempo para más. Caroline me pide que te mande sus saludos. Ella esta ya planeando su vestido como la dama de honor, y espera verte en la boda.
Charles Bingley
P.S. Olvide preguntarte. ¿Estarás conmigo?
C.B.


Le escribí, enviándole mis mas afectuosos felicitaciones y diciéndole que por supuesto estaría con él. Me vi tentado a regresar a Netherfield y darle mis mejores deseos personalmente, pero Georgiana se siente mal y planeo quedarme en la ciudad hasta que se sienta mejor. 
Mientras estoy sentado junto a ella, no puedo evitar pensar en Elizabeth. Las dos serían amigas si Elizabeth consiente en ser mi esposa. Es de todas maneras una conclusión de todo lo que ha pasado tan esperada, y aun así estoy inseguro. No he visto ninguna señal en las palabras o en las maneras de Elizabeth que me hagan pensar que mis sentimientos son regresados. Y aun así no vi nada que me hiciera pensar que ella esta irrevocablemente en contra mía. Tengo miedo de regresar a Longbourn. Mientras estoy con Georgiana, sigo teniendo esperanzas, pero una vez que regrese a Longburn pueden hacerse trizas para siempre.